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Aniversario Operación Nécora

El eco de la operación Nécora aún resuena 35 años después en la lucha contra el narcotráfico: "Fue un punto de inflexión"

  • La operación empezó el 12 de junio de 1990 y terminó con la lectura de la sentencia el 27 de septiembre de 1994
  • El veredicto, para muchos "suave", condenó a dos de cada tres acusados

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El eco de la operación Nécora aún resuena 35 años después en la lucha contra el narcotráfico

Era 1989 y para Ambrosio Fontes, funcionario del Servicio de Vigilancia Aduanera, se trataba de otro abordaje más. Otro barco cargado con droga rumbo a la costa gallega. Nada fuera de lo habitual, hasta que entre la tripulación se encontró con un rostro conocido: un compañero de colegio. Al verlo, solo acertó a preguntarle qué hacía allí. La respuesta fue escueta, resignada: "Bueno, ya ves, la vida", recuerda Fontes en una conversación con RTVE.es.

Detrás de aquellas palabras se escondía una realidad que llevaba años fermentando en silencio en la Ría de Arousa. Barcos que llegaban cargados con droga, madres que luchaban por la vida de sus hijos, mariscadores que sabían qué pasaba por sus aguas y chavales que no sabían que jugaban con fuego y soñaban con dinero fácil.

Todo cambió la madrugada del 12 de junio de 1990. En un instante, más de 300 agentes, enviados desde Madrid convencidos de que su destino era el sur de España, tomaron las Rías Baixas. La impunidad de los grandes clanes gallegos tembló esa noche. La Operación Nécora acababa de comenzar. Y, 35 años después, el eco de lo que trajo aún resuena.

Orden de servicio de la Operación Nécora

Orden de servicio de la Operación Nécora LUCÍA GONZÁLEZ

Una operación que quedará para la historia

"La Operación Nécora fue un ejercicio de audacia, porque con muy pocos elementos tomamos conciencia de que había que abordar el narcotráfico en Galicia, que se estaba haciendo muy grave", recuerda Baltasar Garzón, entonces juez instructor del caso. "No se quería reconocer el fenómeno ya incipiente del crimen organizado en España, incluso se negaba su existencia", reconoce 35 años más tarde desde su despacho de abogados en Madrid.

A principios de los años 80, Galicia era una región acostumbrada al contrabando de tabaco. "Cuando los traficantes vieron que la lucha contra ellos iba en serio, que ya estaba tipificado en el Código Penal, hubo algunos —o bastantes— que lo dejaron y se dedicaron a otras cosas, pero otros empezaron ya a coquetear con el narcotráfico, y así empezó todo", recuerda en una entrevista con RTVE.es el exjefe de la Udyco en Galicia y comisario jefe en Vilagarcía de Arousa, Enrique León.

En 1990, allí ya no se hablaba solo del 'tabaco de batea'. La cocaína se había convertido en el nuevo negocio: más rentable, más silencioso y mucho más peligroso. Clanes familiares como los Charlines, los Oubiña o los Miñanco movían millones con redes que combinaban lanchas rápidas, empresas pantalla y una estructura de poder en apariencia intocable. "Y fue la Nécora la que puso lo que ocurría en Galicia en el mapa", reconoce el funcionario Ambrosio Fontes.

Baltasar Garzón, sobre la operación Nécora: "Interior no quería que se hiciera"

Garzón, recién llegado a la Audiencia Nacional, decidió actuar. Y lo hizo a partir de un arrepentido. Fue Ricardo Portabales, antiguo colaborador de los clanes, quien decidió romper el pacto de silencio y colaborar con la justicia. Su testimonio permitió construir el primer gran proceso contra las organizaciones criminales gallegas.

Javier Zaragoza, fiscal del caso, recuerda hoy desde la Fiscalía General del Estado el valor de esas declaraciones a partir de las cuales comenzó la investigación: "Durante varios meses estuvimos contrastando e intentando objetivar y corroborar con otras pruebas". Por primera vez en España, alguien desde dentro del narcotráfico rompía el silencio. No era solo una intervención, era un cambio de paradigma. "Impulsamos la investigación basándonos en dos personas, principalmente, arrepentidos, como los italianos", rememora Garzón, mencionando a Manuel Padín, quien durante el desarrollo de la operación también decidió colaborar con la justicia.

"No teníamos prácticamente nada, incluso el Ministerio del Interior no quería que se hiciera. Hasta entonces, se intervenía un alijo, se detenía a los portadores y se pasaba página. Pero nosotros fuimos más allá: investigamos estructuras y organizaciones criminales. Eso fue lo novedoso", reconoce el otrora juez de la Audiencia Nacional.

El caso se construyó con escuchas, informes policiales y declaraciones protegidas. No se trataba de buscar alijos. Era otra cosa. "En la Operación Nécora no íbamos buscando droga. Sabíamos que no íbamos a encontrar probablemente ni un gramo. Íbamos a por las organizaciones y sus líderes", dice Garzón. Y para el fiscal Zaragoza, el impacto fue mucho más que judicial: "No fue algo simbólico, fue un punto de inflexión en el combate contra la droga y contra el narcotráfico".

Las órdenes de detención de tres equipos de la Policía Nacional durante la Operación Nécora

Las órdenes de detención de tres equipos de la Policía Nacional durante la Operación Nécora LUCÍA GONZÁLEZ

La madrugada que marcó a Galicia

El 12 de junio de 1990, en plena madrugada, los helicópteros sobrevolaron Vilagarcía, Cambados, Vilanova de Arousa. En pocas horas, 18 personas fueron detenidas. Empresarios conocidos, marineros, antiguos contrabandistas y figuras con vínculos políticos fueron esposados ante la mirada atónita de pueblos enteros.

"La operación Nécora tuvo la virtud de ser el aldabonazo necesario para que la sociedad se diese cuenta de que teníamos un problema grandísimo, entonces empezaron a apoyar desde todos los sitios la lucha contra el narcotráfico", incide el ya jubilado policía nacional, Enrique León, que no olvida el papel clave que jugaron las madres gallegas en la lucha. A pesar de que, en ese momento, en Galicia, "las drogas ya habían dejado tras de sí una cantidad inmensa de familias destrozadas".

"Fue impresionante cuando, en Vilagarcía de Arousa, conforme iban llegando los 18 detenidos, se fueron concentrando cerca de la comisaría, principalmente mujeres, mujeres contra la droga", recuerda Garzón. "Familias que sufrían por sus hijos, toda una generación perdida", asegura.

En esa comisaría estaba el fiscal Javier Zaragoza "recibiendo no solo a los detenidos, sino una gran cantidad de documentación y de efectos que se encontraron en los registros". Allí, con el estruendo de fondo de los gritos de apoyo hacia las autoridades y de rencor hacia los detenidos, Zaragoza examinaba y analizaba lo que llegaba para dos días más tarde poder desplazarse a Madrid y "tomar declaración a los detenidos y legalizar su situación".

Javier Zaragoza, sobre la operación Nécora: "No fue algo simbólico, fue un punto de inflexión"

El país despertó con las imágenes en televisión. Por primera vez, se hablaba alto y claro. "Lo más fácil era no hacer nada", confiesa Garzón. Pero callar ya no era una opción. "Fue absolutamente necesario que lleváramos a cabo esa operación, porque detrás de esa vinieron otras muchas", añade Zaragoza.

La Operación Nécora fue solo el inicio. Vendrían la Operación Pitón, Amanecer y muchas más. Pero aquella noche, Galicia dejó de mirar hacia otro lado.

El principio de las macrocausas

La Nécora no acabó con las redes, pero trazó una línea clara. Antes, era negocio. Después, fue delito con nombre, rostro y castigo. En total, en el juicio celebrado unos años más tarde fueron procesadas 68 personas y 52 se sentaron en el banquillo habilitado en un pabellón del recinto ferial de la Casa de Campo de Madrid, preparado especialmente para la ocasión dada la cantidad de acusados.

Primer día del macrojuicio en un pabellón habilitado por la Audiencia Nacional en la Casa de Campo de Madrid

Primer día del macrojuicio en un pabellón habilitado por la Audiencia Nacional en la Casa de Campo de Madrid EFE/José María Pastor

"Determinó un cambio de estrategia policial y judicial de la lucha del Estado contra la droga", explica Zaragoza. La Nécora obligó a modernizar la justicia española: impulsó la creación de la figura del testigo protegido, se consolidaron las macrocausas y se potenció la cooperación internacional. Por primera vez, el narcotráfico se trató como crimen organizado y no como delitos aislados.

"Aprendimos a gestionar y tramitar un macroproceso. Hasta entonces, solo los italianos tenían experiencia con la mafia", comenta el fiscal. "Nos pusimos en marcha con un método distinto, una nueva política criminal contra la droga".

El proceso duró cuatro años. Muchos recibieron penas bajas o quedaron en libertad. Algunos, como Laureano Oubiña, cumplieron condenas y volvieron a la actividad años después. Pero el cambio había calado. "Cuando vino la sentencia, hubo gente que dijo: 'qué pena más suave'. Pero condenó a dos de cada tres. Es muy difícil en un macroproceso que todos los acusados sean condenados", defiende Garzón. Y Zaragoza lo respalda: "Puedo entender la frustración… pero eso no quiere decir que la operación fuera un fracaso".

Una herencia imborrable

35 años después, muchas familias siguen marcadas. A orillas de la ría todavía quedan restos de aquel dinero sucio. Y aunque la droga todavía circula, no hay rastro de impunidad, ni de aceptación social.

"Cuando la gente se dio cuenta de que los narcotraficantes lo que hacían era causar la muerte de inocentes, de personas que no tenían nada que ver, nació el rechazo", rememora el comisario jefe en Vilagarcía de Arousa, Enrique León.

La Operación Nécora no fue el final de nada. Fue el principio de todo: de empezar a hablar, de atreverse a señalar, de poner por primera vez nombres y apellidos a los responsables de tanto dolor. Nunca hasta entonces el Estado había hecho suya la lucha contra esa gran telaraña en la que perdieron su vida miles de jóvenes gallegos.